La Realidad y las Distinciones
Vivir consiste en hacer distinciones. Cada distinción hace que algo exista. El mundo se nos revela como tal, a través de las distinciones que hacemos.
Los espacios de acción donde actuamos están compuestos por distinciones, en estos espacios es donde vivimos nuestra vidas. Estos espacios de acción forman juegos cerrados y auto-contenidos, con sus límites propios, vocabularios, reglas y gramáticas de interacción.
La existencia humana en las distinciones (como operaciones de lenguaje) configura muchos dominios de realidad, cada uno constituido como un dominio de coherencias operacionales explicativas. Estos distintos dominios de realidad son también dominios del quehacer que generamos en la convivencia con el otro y que, como redes de conversaciones (redes de coordinaciones de acciones y emociones), constituyen todos nuestros ámbitos, modos y sistemas (instituciones) de existencia humana. En estas circunstancias la realidad en cualquier dominio es una proposición explicativa de la experiencia humana.
Constantemente se inventan nuevos grupos de distinciones y otros viejos caen en desuso. Incluso aquellos paradigmas que consideramos más estables (aquellos que parecen reflejar la realidad misma) están sujetos a cambio. Sin embargo, el consenso no confiere objetividad. Nuestras distinciones son invenciones humanas y no verdades fundamentales. Todas las distinciones, incluyendo las impopulares, son legítimas.
Los espacios de acción donde actuamos están compuestos por distinciones, en estos espacios es donde vivimos nuestra vidas. Estos espacios de acción forman juegos cerrados y auto-contenidos, con sus límites propios, vocabularios, reglas y gramáticas de interacción.
La existencia humana en las distinciones (como operaciones de lenguaje) configura muchos dominios de realidad, cada uno constituido como un dominio de coherencias operacionales explicativas. Estos distintos dominios de realidad son también dominios del quehacer que generamos en la convivencia con el otro y que, como redes de conversaciones (redes de coordinaciones de acciones y emociones), constituyen todos nuestros ámbitos, modos y sistemas (instituciones) de existencia humana. En estas circunstancias la realidad en cualquier dominio es una proposición explicativa de la experiencia humana.
Constantemente se inventan nuevos grupos de distinciones y otros viejos caen en desuso. Incluso aquellos paradigmas que consideramos más estables (aquellos que parecen reflejar la realidad misma) están sujetos a cambio. Sin embargo, el consenso no confiere objetividad. Nuestras distinciones son invenciones humanas y no verdades fundamentales. Todas las distinciones, incluyendo las impopulares, son legítimas.
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