viernes, julio 20, 2007

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jueves, abril 21, 2005

Las Emociones

Lo que distinguimos cuando hablamos de emociones es el campo de acciones donde la persona observada se mueve. Por eso decimos que las emociones corresponden a disposiciones corporales que especifican el dominio de acciones en que se mueve una persona. Las distintas acciones humanas quedan definidas por la emoción que las sustenta y que todo lo que hacemos lo hacemos desde una emoción.

Como seres humanos vivimos en el lenguaje. En otras palabras, todo quehacer humano se da en el conversar y lo que en el vivir de los seres humanos no se da en el conversar no es quehacer humano. Como todo quehacer humano se da desde una emoción, nada humano ocurre fuera del entrelazamiento del lenguaje con el emocionar, y, por lo tanto, lo humano se vive siempre desde una emoción, incluso la más desarrollada y desapegado reflexión.

Las emociones, en cuya acción sé constituye lo humano al surgir el lenguaje, se centra en el placer de la convivencia, en la aceptación del otro junto a uno, es decir, en el amor, que es la emoción que constituye el espacio de acciones en el que aceptamos al otro en la cercanía de la convivencia. El que tal amor sea la emoción que funda en el origen de lo humano el goce del conversar que nos caracteriza, hace que tanto nuestro bienestar como nuestro sufrimiento dependan de nuestro conversar, y se originen y terminen en él.

La Realidad y las Distinciones

Vivir consiste en hacer distinciones. Cada distinción hace que algo exista. El mundo se nos revela como tal, a través de las distinciones que hacemos.

Los espacios de acción donde actuamos están compuestos por distinciones, en estos espacios es donde vivimos nuestra vidas. Estos espacios de acción forman juegos cerrados y auto-contenidos, con sus límites propios, vocabularios, reglas y gramáticas de interacción.
La existencia humana en las distinciones (como operaciones de lenguaje) configura muchos dominios de realidad, cada uno constituido como un dominio de coherencias operacionales explicativas. Estos distintos dominios de realidad son también dominios del quehacer que generamos en la convivencia con el otro y que, como redes de conversaciones (redes de coordinaciones de acciones y emociones), constituyen todos nuestros ámbitos, modos y sistemas (instituciones) de existencia humana. En estas circunstancias la realidad en cualquier dominio es una proposición explicativa de la experiencia humana.

Constantemente se inventan nuevos grupos de distinciones y otros viejos caen en desuso. Incluso aquellos paradigmas que consideramos más estables (aquellos que parecen reflejar la realidad misma) están sujetos a cambio. Sin embargo, el consenso no confiere objetividad. Nuestras distinciones son invenciones humanas y no verdades fundamentales. Todas las distinciones, incluyendo las impopulares, son legítimas.

miércoles, abril 20, 2005

¿Cómo se estructuran las prácticas?

Para la organización de las prácticas se necesita algo más que objetos relacionados, objetivos e identidades. Toda nuestra actividad está organizada por un estilo.

Llamamos estilo al modo en que se ajustan todas nuestras prácticas. Es un error común considerar el estilo como uno de los varios aspectos posibles propios de un individuo o actividad humana, en el sentido en que se habla del estilo de una camisa. Por el contrario un estilo no es un aspecto de las cosas, de las personas o actividades, sino aquello que las constituye en lo que son, por ejemplo el estilo de cocinar en occidente forma lo que comemos y como comemos, no las variaciones diferentes de cocina que observamos en nuestros países o las modas actuales de cocina.

¿Cómo funcionan las prácticas?

Al realizar una práctica no la ejecutamos aisladamente, la ejecutamos en un ambiente de otras prácticas, cuando conducimos un automóvil estamos también participando de otras prácticas, sino también participamos de práctica de conducir en base a un reglamento de tránsito específico y de cómo coordinarnos con otros automóviles.

También las prácticas están relacionadas a objetos o cosas, todas las actividades en las cuales vivimos están soportadas por objetos: cuando el cocinero cocina lo hace con múltiples objetos propios de la cocina.

Tomemos por ejemplo la práctica de ventas de una compañía; la actividad de vender está relacionada a la práctica de comprar, a la práctica de intercambiar dinero por productos o servicios, también a la práctica de tener compañías con funciones separadas como las de vender, producir, cobrar, etc. Cada una de estas prácticas son realizadas en la mayoría de las veces por personas diferentes y con cosas diferentes dependiendo de cada función. Esas mismas actividades las definen a cada personas en sus identidades como vendedor, comprador, cobrador, etc. Como veremos cada una de las prácticas está ocurriendo con objetos, dinero, cheques, facturas, registro de ventas y las que en la situación en particular sean utilizadas.

Queremos hacer énfasis en que los objetos aparecen en el contexto de nuestras actividades y no al revés. Al movernos por el mundo, no nos encontramos con las cosas y luego intentamos darles significado; no nos encontramos con un objeto de cuatro patas que tiene una superficie plana encima y luego lo llamamos escritorio, directamente nos encontramos con escritorios, sillas y archiveros. Nuestra primera preocupación es la actividad y, cuando la realizamos, vamos encontrando en nuestro camino cosas significativas.

Cuando decimos que las cosas son significativas, entendemos que ellas se ajustan a nuestras prácticas de uso (lo que hacemos). Si no dispusiéramos de tales prácticas (trabajar en oficinas, comer en mesas, etc.) mesas, sillas y escritorios serían elementos no relevantes que ni siquiera miraríamos, sólo serían “artefactos” carentes de importancia.

¿A qué llamamos prácticas?

Las actividades que realizamos cotidianamente en el desarrollo de nuestras vidas les llamamos prácticas. Estas actividades las realizamos día a día de manera automática y sin pensar, a pesar de estar “invisibles” a lo que hacemos nos definen como las personas donde vivimos y actuamos. Por ejemplo un cocinero no observa “concientemente” las actividades que realiza en su trabajo pero esas mismas acciones lo definen como cocinero.

Estás actividades las emprendemos para lograr un objetivo (cocinar un platillo en el caso de un cocinero), pero ese objetivo no se revela como un plan de acción concreto sino como una manera de estar en el juego que juega la persona en su vida cotidiana (el juego que juega el cocinero como cocinero). Estas actividades nos posibilitan al cumplirlas adquirir una identidad en una comunidad determinada (en el ejemplo la del cocinero en su entorno de trabajo o social donde participa).