Las Emociones
Lo que distinguimos cuando hablamos de emociones es el campo de acciones donde la persona observada se mueve. Por eso decimos que las emociones corresponden a disposiciones corporales que especifican el dominio de acciones en que se mueve una persona. Las distintas acciones humanas quedan definidas por la emoción que las sustenta y que todo lo que hacemos lo hacemos desde una emoción.
Como seres humanos vivimos en el lenguaje. En otras palabras, todo quehacer humano se da en el conversar y lo que en el vivir de los seres humanos no se da en el conversar no es quehacer humano. Como todo quehacer humano se da desde una emoción, nada humano ocurre fuera del entrelazamiento del lenguaje con el emocionar, y, por lo tanto, lo humano se vive siempre desde una emoción, incluso la más desarrollada y desapegado reflexión.
Las emociones, en cuya acción sé constituye lo humano al surgir el lenguaje, se centra en el placer de la convivencia, en la aceptación del otro junto a uno, es decir, en el amor, que es la emoción que constituye el espacio de acciones en el que aceptamos al otro en la cercanía de la convivencia. El que tal amor sea la emoción que funda en el origen de lo humano el goce del conversar que nos caracteriza, hace que tanto nuestro bienestar como nuestro sufrimiento dependan de nuestro conversar, y se originen y terminen en él.
Como seres humanos vivimos en el lenguaje. En otras palabras, todo quehacer humano se da en el conversar y lo que en el vivir de los seres humanos no se da en el conversar no es quehacer humano. Como todo quehacer humano se da desde una emoción, nada humano ocurre fuera del entrelazamiento del lenguaje con el emocionar, y, por lo tanto, lo humano se vive siempre desde una emoción, incluso la más desarrollada y desapegado reflexión.
Las emociones, en cuya acción sé constituye lo humano al surgir el lenguaje, se centra en el placer de la convivencia, en la aceptación del otro junto a uno, es decir, en el amor, que es la emoción que constituye el espacio de acciones en el que aceptamos al otro en la cercanía de la convivencia. El que tal amor sea la emoción que funda en el origen de lo humano el goce del conversar que nos caracteriza, hace que tanto nuestro bienestar como nuestro sufrimiento dependan de nuestro conversar, y se originen y terminen en él.